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Tengo que reconocer que me daba un poco de pereza leer estas memorias de Flea, bajista y miembro fundador de los Red Hot Chili Peppers, porque, no nos engañemos, cuando leemos la biografía de una estrella del rock, lo que esperamos es que nos cuente el lado oscuro de la fama: dificultades para alcanzar el éxito, gestación de los discos más paradigmáticos, peleas, bajones creativos y todos esos trapos sucios que acostumbran a airear este tipo de obras.

No hay nada de eso en «Acid for the children». No esperéis un enfoque interno con el que entender la trayectoria de esta banda, que acumula ya casi cuatro décadas y que pasó de ser una extravagancia que casi nadie se tomaba en serio al megaestrellato, para acabar convertida, en los últimos años, en una fábrica de hits tan radiables como asépticos. Esto es una autobiografía muy personal. Tan personal, que termina justo en el momento de formación de los Peppers.

https://www.youtube.com/watch?v=KuhEG83aM38

Y es que este es un libro que habla de crecer. Y de la infancia. Pero menuda infancia… No hay  más que ver la foto de la portada (que ya ha tenido problemas de censura) para hacerse una idea de que la suya no fue muy común.

El autor, ya con una edad.

Nacido en Australia, cuando contaba con siete años su familia se mudó a Nueva York. Sus padres se divorciaron poco después. Su padre volvió al país natal dejando a los niños con la madre, que había iniciado una relación con Walter, un músico de jazz. Este fue el final, tal y como señala Flea, de la «vida normal».

Y es que Walter era un tipo poco recomendable. Alcohólico y con un carácter de mil demonios, causó en el pequeño Flea una doble impresión: por un lado, atormentó su infancia y primera adolescencia, pero por otro, le descubrió la que sería su gran pasión: la música.

De hecho, su padrastro tiene mucho más protagonismo en el texto que sus padres biológicos, con los que, al menos en la época que aborda el libro, mantuvo una relación distante. Fue él quien le inició en su afición por el jazz y la trompeta, instrumento que nunca abandonó del todo, como prueban las imágenes.

En la segunda parte aborda su etapa adolescente, marcada por la inestabilidad y el consumo de todo tipo de drogas (el libro incluye una completa guía para inyectarse cocaína (!) de la manera correcta). Fue en ese periodo en el que conoció a quien sería su alma gemela, Anthony Kiedis, aunque tardarían bastantes años en formar la banda que les dio la gloria, pues Flea andaba en otros proyectos (What is this y los punks FEAR) y Kiedis no mostró en principio ningún interés por cantar, hasta que una noche vio un concierto de Grandmaster Flash and the Furious Five y se enamoró del hiphop. Quizá esos años de amistad previa sean el secreto para entender que el núcleo de los Red Hot no se haya roto nunca, aunque el autor deja entrever que han tenido sus más y sus menos.

Dos amigos de toda la vida después de inyectarse cocaína.

También en esta etapa se forjó su amistad con Hillel Slovak, primer guitarrista de los Peppers que murió de sobredosis. (Para más información, puedes ver este documental carroñero. Los Behind the Music de MTV siempre son una fuente de entretenimiento.)

Por cierto, que menos mal que se cambiaron el nombre, porque en un principio se llamaban Tony Flow and the Miraculously Majestic Masters of Mayhem. Para ponerse a buscarlo en Spotify…

Aunque solo ha narrado los años más desconocidos de su vida, no estamos ante un ejercicio de egolatría por parte del autor, que se ha esforzado para que los lectores encuentren buena literatura. Sus complejos físicos e inseguridades, provocados por su baja estatura y el disfuncional ambiente familiar en el que se crió, unidos a su angustia por conseguir mostrarse atractivo para el sexo opuesto y perder una virginidad de la que parecía que nunca iba a desprenderse, sitúan el relato en unos parámetros cercanos a «La senda del perdedor» de Bukowski. Salvando las distancias, claro, porque si Bukowski lee un texto en el que las palabras «paz» y «amor» aparecen tantas veces como aquí, le da una embolia.

Flea ha conseguido, a través de una excelente prosa diseccionada en capítulos muy breves, que su vida (ya interesante de por sí) se convierta en material literario disfrutable incluso para quien no conozca su figura. Y al final del libro nos promete una segunda parte, en la que no le va a quedar otra que meterse de lleno en los años de «Blood Sugar Sex Magic» y «Californication». No nos la perderemos.

 

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