La verdad es que no soy para nada un fan de Sonic Youth, pero me acerqué a este libro con curiosidad. Es cierto que las mujeres son minoría en el mundo del rock, pero cuando aparecen suelen hacerlo en calidad de solistas (Patti Smith, Janis Joplin), o como vocalistas de una banda en la que acaparan la atención mediática (Hole, Pretenders), o como integrantes de grupos enteramente femeninos (L7, Girlschool). De ahí que me pareciera interesante la visión de una mujer que no encajaba en ninguna de estas categorías.

Kim Gordon.
El título de esta autobiografía es un tanto engañoso. «La chica del grupo» (Contra, 2015) no va de como se siente una mujer siendo minoría en una banda de hombres. No se habla de tratos diferenciales, ni de sensibilidades diferentes, ni de si existen o no groupies masculinos merodeando por el backstage. Nada de eso. Gordon creó música sin ninguna cortapisa y además estaba casada con Thurston Moore, con quien compartía el liderazgo de Sonic Youth.

Pareja indie recién levantada.
Esto puede suponer una decepción para quien busque algo de carnaza, pero la vida de Kim Gordon es bastante más interesante que un alegato anti-masculino. Aunque el libro sí que empieza con algo de salsa rosa: Gordon y Moore se separaron en 2011 a causa de una infidelidad del guitarrista. La delicada situación personal entre ambos hizo imposible la continuidad del grupo, que se despidió de sus fans en un concierto en Sao Paulo. Kim arranca la narración en ese último concierto, una experiencia amarga que afirma no haberse atrevido a ver en vídeo todavía.
Después de este capítulo inicial que marca el tono melancólico de su relato, Kim da la vista atrás a su infancia, marcada por los contínuos cambios de residencia y la relación con Keller, su hermano mayor, que padecía esquizofrenía y acaparaba la atención de sus padres, además de atormentar a su pobre hermana pequeña. Kim no tuvo más remedio que encerrarse en sí misma y utilizar el arte como medio de expresión. Y vaya si lo hizo, porque esta mujer ha hecho de todo.

Kim y Keller.
Pintora, crítica de arte (en 2014 publicó una compilación de sus artículos titulada «Is it my body?») y diseñadora de moda son algunas de sus facetas al margen de la música. En el cine ha ejercido ocasionalmente como actriz en películas como «Last Days» (Gus Van Zant, 2005), un acercamiento a los últimos días de la vida de Kurt Cobain. Con el cantante de Nirvana mantuvo una bonita amistad y le dedica varias páginas y grandes elogios. Un momento especial para ella fue su actuación con la banda de Seattle en el Rock and Roll Hall of Fame, en la que diferentes mujeres se pusieron en la piel del fallecido cantante.
No se guarda algunos dardos contra personajes como Courtney Love, Lana del Rey o Billy Corgan, pero desde luego no estamos ante unas memorias de alguien resentido con el mundo que quiere ajustar cuentas. Aunque la decepción por la ruptura de su matrimonio impregna muchas de las páginas del libro (y tal vez fue el detonante para escribirlo), lo que la cantante y bajista nos muestra es un retrato de una época irrepetible en la historia de la música a través de un grupo caracterizado por su independencia.

La pareja indie, otra vez recién levantados.
Una independencia que cedieron (en parte) al fichar por Geffen Records, aunque supieron capear las numerosas críticas que recibieron por «venderse» con un disco tan sólido como «Goo». Ya en el 95, quisieron cambiar el nombre del grupo por «Washing Machine», un suicidio comercial que su discográfica les prohibió. Seguramente algún directivo les dijo algo como «seréis independientes, pero no os flipéis» y tuvieron que conformarse con ponerle ese nombre al disco.
Si eres un gran fan de Sonic Youth y quieres conocer todos los entresijos de su carrera, es probable que «La chica del grupo» se te quede un poco corto, porque no profundiza demasiado (por poner un ejemplo, los restantes miembros, Lee Renaldo y Steve Shelley, solo son nombrados un par de veces), pero sí que sirve para conocer la peculiar vida de su protagonista, una mujer que, escondida tras una pose escénica algo fría y distante, esconde una multitud de talentos e inquietudes.