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El otro día fui a ver a los Sisters of Mercy y no sé porqué lo hice. Supongo que lo hice por nostalgia, porque sé de sobra que en directo son malos, pero malos de verdad. Anunciaron la gira avisando que probablemente sería la última y caí como un idiota. Tengo delito, porque ya  los había visto dos veces y había sido decepcionante, por emplear una expresión suave. La banda se compone, además del imprescindible Andrew Eldritch como voz y alma mater del proyecto, de dos guitarristas. Todo lo demás (bajo, batería, coros y teclados) está grabado, disparado en escena desde un ordenador. Vale, ningún problema con eso: si quieres que tu propuesta musical suene prefabricada, no pasa nada. Hasta lo podríamos disfrutar, porque si el 50% de lo que suena ya está registrado en los discos, en teoría deberíamos encontrar algo muy parecido en los conciertos y disfrutar como perros con todos esos clásicos que nos acompañaron en la adolescencia.

Pero no. A pesar de que la mitad de lo que suena está enlatado, aquello no se parece a las grabaciones originales ni por asomo. Las guitarras no se escuchan, o se escuchan a ratos, mientras Eldritch se dedica a hacer posturitas siniestras fumándose un piti de vez en cuando. Porque eso es casi lo único que hace, además de cagarse en los fraseos de estrofas y estribillos, que interpreta como le da la gana. Para eso es el rey del gótico, ¿no? De entonar ya ni hablo.

Un espectáculo lamentable que llevan arrastrando desde hace décadas sin apenas variaciones, porque no han presentado ninguna novedad discográfica desde 1993 (y fue una sola canción dentro de un recopilatorio). Su último disco, Vision Thing, es de 1990. Ahí es nada. La verdad es que tiene mérito. Que yo sepa, no existe un caso igual en el mundo del rock. La mayoría de bandas que tuvieron su momento de esplendor en los 80 o los 90 y continúan unidas, siguen grabando discos, no sé si por una necesidad creativa real, por tener una excusa para seguir girando, o por pura vergüenza torera. Pero esto último, Eldritch no lo conoce. Por algún tipo de desacuerdo con su discográfica, un buen día decidió que no iba a grabar más discos. ¿Para qué, si luego la gente no los escucha y en los conciertos solo piden los clásicos? Razón no le falta, la verdad, porque hay que ver lo triste que resulta ver a un grupo veterano endosando sus nuevas composiciones ante un público indiferente formado por supuestos fans que solo reaccionan con las canciones con las que crecieron. Esto es así y pasa siempre, ejemplos hay a patadas.

«Esta es de nuestro último disco, espero que os guste»

Eldritch se ha ahorrado el penoso trámite de gastarse un dineral en estudios de grabación para que al final la gente solo le pida Alice y Temple of Love. Tampoco tengo ningún problema con ello. A veces, alargar discografías solo consigue quitarles brillo. Y la suya brilla mucho. Lo que no me explico es cómo han podido sobrevivir todo este tiempo defendiendo su legado de una manera tan lamentable. O no defendiéndolo, directamente, porque lo que hacen en directo no tiene perdón de Dios.

Eldritch mordiéndose los carrillos.

Pero lo más curioso de todo es que siguen congregando a un público numeroso que vuelve a picar cada vez que pasan por su ciudad, o por una ciudad que está a unos pocos cientos de kilómetros. Saben que se van a encontrar con un espectáculo mediocre (en el mejor de los casos), pero vuelven (volvemos) a reincidir. ¿Por qué? Eso mismo me he preguntado yo después de acudir a su último concierto en Madrid. Quizá teníamos la esperanza de que lo que habíamos visto anteriormente era el fruto de una mala noche, o de una mala racha. Que a lo mejor fuimos con las expectativas demasiado altas y aquello no fue tan desastroso como lo recordamos porque bebimos demasiado antes de entrar. Aunque creo que en realidad todo se basa en la fidelidad: somos fieles a aquello que algún día nos hizo felices, como quien intenta salvaguardar una relación amorosa que pasó de las flores y las palabras bonitas a la indiferencia o al puro maltrato.

Después del bochornoso concierto que vi, hice un comentario despectivo en una publicación de Facebook (sí, ya lo sé, no debería haberlo hecho, pero lo hice) y recibí la respuesta de algunos fans que básicamente venían a decir «si eres tan fan, ya sabías a lo que ibas, ¿de qué te quejas?». Curioso. Nadie intentó rebatir que aquello había sonado peor que un organillo con una cabra, o que la elección de repertorio había sido pésima (nos endosaron seis o siete temas que todavía no han grabado ni probablemente grabarán, dejando fuera un montón de temas icónicos), o que los temas clásicos estaban recortados y mal cantados, sino que no entendían qué era lo que estaba criticando si los conocía tanto como me preciaba de hacerlo. O sea, que para ser un fan de Sisters of Mercy debes saber que un concierto suyo es un despropósito. Si vas pensando (o peor, exigiendo) ver un espectáculo decente, es que no tienes ni idea de quién es este tipo. Exactamente lo mismo que le reprochamos a alguien que está enganchado a una relación tóxica.

Pero no hay maltrato sin maltratador. Ahí es donde entra el amigo Eldritch, que no se ha caracterizado nunca por ser una, digámoslo así, buena persona. Quizá cuando esté solo en su casa reflexionando, o preparándose un vaso de leche con magdalenas, pueda ser un tipo aceptable, pero si nos atenemos a lo que dicen de él sus antiguos compañeros, no da para tener mucha fe en su carácter. Cuando los miembros de la formación original se largaron y formaron otro grupo llamado Sisterhood (luego serían The Mission), Eldrich registró dicho nombre y grabó un disco en tiempo récord con él. La cosa acabó en los juzgados y al bueno de Eldritch tuvieron que pagarle 25.000 libras. ¿Y qué hizo? Pues empezar el disco de Sisterhood con Patricia Morrison (la que fue su siguiente colaboradora) recitando los números Two, Five, Cero, Cero, Cero. Hay que ser cabrón. Y con la Morrison también terminó en juicios por no haberla acreditado en el disco Floodland, juicio que la bajista tuvo que resignarse a perder.

Y con Tony James, el ex-Sigue Sigue Sputnik que le ayudó a crear Vision Thing, tampoco terminó demasiado bien. Y no se ha hecho más enemigos porque no ha sacado más discos. El hecho de que el único miembro que le ha soportado a lo largo de los años sea una caja de ritmos (el famoso Dr. Avalanche) lo dice todo.

«Si yo os contara…»

Aunque en Barcelona, donde tocó un día antes de que yo lo viera, sospecho que se creó algún que otro enemigo. El grupo decidió salir al escenario media hora antes de lo anunciado por la promotora. A lo mejor tenía ganas de irse a cenar pronto, o se estaba aburriendo en el camerino, quién sabe. El caso es que mucha gente solo pudo ver la mitad del concierto, que ya de por sí es bastante raquítico en cuanto a duración. No creo que le importe, porque estoy convencido de que Eldritch es un psicópata. No un psicópata de los que almacenan cadáveres en el sótano, pero sí uno de los que disfrutan con el sufrimiento ajeno. Porque eso es lo que hace con sus fans, estirar la cuerda para ver hasta dónde llega la paciencia de esa pobre gente que le considera un dios gótico. Podría hacerlo bien, pero sencillamente, no le da la gana. Su talento es incuestionable (al menos hasta 1993), pero también es incuestionable que le gusta mearse en la cara de aquellos que siguen teniendo fe en su talento.

josebosch

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Join the discussion 2 Comments

  • También hay que escribir sobre malos shows de las bandas que admiramos.
    ¿Cuál es tu top 5 de rock gótico y de after punk para neófitos y qué bandas españolas de los 80 continuadoras merecen tu respeto?
    Salud, rock y abrazos

    • josebosch dice:

      ¡Hola J. Félix! En primer lugar, gracias por leer y comentar. No es agradable escribir en sentido peyorativo hacia una banda a la que he admirado siempre, pero verlos en directo a día de hoy es una experiencia que roza la vergüenza ajena. No soy un experto en el género, pero mis grupos preferidos de rock gótico y after punk serían (así a bote pronto, a lo mejor me dejo algo) los ya mencionados Sisters, Joy Division y los primeros The Cult en los 80. Por supuesto habría que mencionar a The Cure o The Mission, pero por el motivo que sea, nunca han estado entre mis bandas favoritas. Y de los 90 destacaría a Paradise Lost (imprescindible su Draconian Times) y a Type 0 Negative, música muy oscura influenciada por los Sisters (aunque con un toque más metalero) con un retorcidísimo sentido del humor.
      Y en cuanto a lo que toca a España soy menos experto aún, pero me encantan Parálisis Permanente y los primeros Héroes del Silencio (quizá no se ajusten del todo al género, pero como bien sabrás estaban muy influenciados por él al principio, hasta que se adentraron más en el hard rock). Una banda que descubrí hace poco, aunque quizá habría que etiquetarla más en el horror-punk, son Los Lügers: si no los conoces y te apetece, te recomiendo que le des una escucha a su disco «Slasher».
      Salud y abrazos!!

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