La relación entre músico y fan suele narrarse desde la lejanía. El ídolo es un ser inalcanzable, casi un elemento onírico con el que el protagonista puede cruzarse fugazmente sin llegar a alcanzar un contacto real (algo así sucedía en Lejos de todo de Rafa Cervera, que comentábamos aquí). O bien puede llegar a estar cerca en un ámbito profesional, como le sucedía al periodista adolescente de Casi famosos, un retrato de su director, Cameron Crowe, que acompañó a grupos como Led Zeppelin o Eagles para sus primeros reportajes en Rolling Stone. Lo que no es tan habitual es encontrar el relato de una conexión tan fuerte entre ambos elementos.

Stillwater, el disfuncional grupo ficticio de la película de Crowe.
Al autor de Vatio (Coba Fina, 2021), A.J Ussía, le propusieron, a la edad de veinte años, ser el asistente personal de uno de sus ídolos musicales. Su trabajo consistía, en un principio, en ser su chófer, algo que aceptó a pesar de no tener coche propio, lo cual le costaba no pocos quebraderos de cabeza para ir pidiendo vehículos a amigos y familiares. Todo por estar cerca del músico al que tanto admiraba.

El autor.
El músico en cuestión era Antonio Vega, a quien Ussía disfraza en esta novela basada en episodios reales bajo el nombre de Polo Targo. No hace falta conocer la biografía del autor, porque los paralelismos son evidentes: La chica de ayer se convierte aquí en La chica del tren, y el grupo del que surge la figura de Polo antes de convertirse en solista es Matapop, en clara referencia a Nacha Pop, además de otros acontecimientos conocidos de la biografía del músico, como la pérdida de su novia, los homenajes en vida o el veto a su deteriorada imagen en videoclips. Según nos advierte al comienzo de la obra, no ha querido utilizar nombres reales para no molestar a quienes se vean implicados en el relato, ni utilizar la memoria de Vega como artificio o reclamo.

Antonio Vega, con cara de pocos amigos.
Lo que no se imagina Andy, el protagonista, es que su desempeño como conductor y chico de los recados le va a llevar casi a diario hasta una de las zonas más conflictivas e inhóspitas del Madrid de principios del siglo XXI, el poblado de Las Barranquillas, un mercado de la droga del extrarradio en el que Polo Targo abastece su adicción, que le cuesta entre quinientos y mil euros diarios y de la que jamás intenta salir. Un lugar peligroso, dominado por clanes, al que Andy deberá acostumbrarse, y que conforma el nervio principal del relato, que empieza por la honda impresión que le causa el lugar hasta llegar a verse implicado en problemas con las mafias.

No era un sitio para pasear los domingos por la tarde.
Pero Vatio no solo habla de la parte sórdida de esa vida de estrella encarnada en el personaje de Polo. No hay un juicio moral sobre ello, simplemente un retrato crudo, y lo que pesa es la admiración del protagonista por su ídolo, al que observa de cerca en sus momentos de inspiración y de constante trabajo en el estudio. Tanto en los momentos de tensión como en los de calma, el autor sabe transmitir una sensación de cercanía que sitúa al lector tan próximo al músico como lo estuvo él.
Vatio es una novela de crecimiento y tránsito a la madurez, narrada en primera persona (no podía ser de otra forma) que destila amor por la música y admiración por el talento, en una época y un lugar reflejados con precisión. No hay que perdérsela, aquí hay literatura rockera de calidad. Os dejo una entrevista por si queréis conocer al autor.
Interesante artículo sobre una relación «casi enfermiza» entre un fanático y su ídolo.
Gracias por leer y comentar, Rosana.